domingo, 2 de noviembre de 2014 0 comentarios

Para él

Cada vez que lo veo es como un “padre nuestro” cuando comienza a hablar, sé cómo comienza, lo que sigue luego de y como va a terminar.
Aquel día en el parque fue diferente, aunque comenzamos hablando de los mismos problemas de siempre. Algo que aprendí con el tiempo es que cuando le tocas una persona un tema que le gusta cuando está molesto, esta persona se olvida de renegar y comienza de hablar de su tema de interés (o al menos eso funciona conmigo).
Era de noche, hacía frío y estábamos en el parque de siempre. Frente a una rotonda hundida donde los niños suelen montar skate, las madres ven jugar a sus niños y unos que otros enamorados pasan agarrados de la mano. Lo recuerdo bien, hasta las hojas de los árboles se caían por el viento fuerte. Comenzamos a hablar de música, casi nunca hablábamos de este tema que al menos a mi me encanta tanto. Sabía que por sus canas y sus arrugas algo tenía que saber. Muy aparte que me volví adicta a Led Zeppelin cuando él tuvo que irse. Ya que es o era (la verdad que no sé mucho que hace actualmente) aficionado con grabar toda la música que le gustaba en un cd y los rotulaba el mismo.
Si me voy por las ramas, un día de esos que lloraba porque lo extrañaba comencé a buscar en las cosas que dejó en un estante, entre ellas estaban los cd’s rotulados que dejó en un estuche. Agarré uno al azar y encontré esa mágica canción de Led Zeppelin “Stairway to heaven”. Cada cumpleaños que he pasado sin él o cada cumpleaños que él no ha pasado conmigo, esa canción ha servido para que mis heridas no ardan. Él no lo sabe, pero me he sentido más unida a él con música que con palabras.
Volviendo al día del parque, tuvimos una conversación muy buena. En esos días yo comenzaba a descubrir el rock peruano de los 60’s y 70’s y el sonido tan europeizado me envolvió. Ya que si no se sabe, bandas como The Mad’s, Pax, Los York’s, Saicos, Traffic Sound no tienen ni tenían nada que envidiarles a The Beatles y Rolling Stones (sin desmerecerlos, obviamente), ya que ellos hacían un trabajo similar y bueno al igual que ellos. Es más The Mad’s le abrió un concierto a los Rolling Stones alguna vez. En fin, ese día tocamos el tema del rock peruano, comenzó a contarme que cuando él vivía en Magdalena ya para los 60’s él era un adolescente y que los Yorks vivían también en Magdalena, algunos de ellos fueron sus amigos. Me contó que en esos años intentó tocar guitarra y que no le salió y que cambió su guitarra por una bicicleta, pero la ocultaba para que el abuelo no se la quitara, porque a él nunca le gustó que monte bicicleta. También me contó que un día sus amigos lo convencieron en ir a una fiesta a la que él no tenía ganas de ir y terminó siendo la mejor fiesta de su vida porque los Traffic Sound tocaron allí. Lo contaba todo con brillo en los ojos, con una sonrisa que me emocionó hasta las lágrimas cuando llegué a mi casa y lo recordaba en mi almohada. Por fin había logrado hacerlo sonreír y bordeé la felicidad ese día. Me dijo que su canción favorita textualmente era “Había una canción que yo escuchaba, se trataba de una calle de Miraflores, de las fiestas locas de los viernes” y yo le dije “¿Avenida Larco de Frágil?”, “sí creo que esa era” –comenzó a cantar de a pocos-, lo poco que recordaba. “Si algo bueno te he heredado ha sido la música”- me dijo. Sonreí.

Ese día en el parque se ha quedado tan grabado en mi mente, que me atrevo a decir que ha sido uno de los días más felices de mi vida. Escribo y siento que si pestañeo una vez más puede caer una lágrima de alguno de mis ojos, pero lloraría de felicidad, pero en sí llorar me parece un acto de fragilidad total que por ahora prefiero evitar. Con todo esto llego a que hace unas semanas, encontré a Tavo Castillo en un concierto. Y aunque no hablé con él ni nada, le pedí una foto. Al ver la foto solo me acuerdo de él. No lo veo hace un par de meses y me gustaría decirle “Mira, acá estoy con una de las personas que escribió tu canción favorita”, solo eso. 

Su héroe y yo.
 
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