viernes, 2 de febrero de 2018 0 comentarios

#Libres

Hoy nos vimos luego de casi una semana, por fin fue un encuentro normal, entre árboles y luz del día. Caminamos riéndonos, su sonrisita pícara me recibió entre tanto escombro mental, le conté lo sucedido, me dió siempre su ruda opinión. Quedó ahí. No entramos al bucle por hoy.

Caminamos y recalco mucho que caminamos porque usualmente estamos escondidos en un refugio donde según él, solo van las personas que tienen bastantes rollos mentales. Llegamos al refugio, dejé mis cosas y le dije para ir a almorzar.

En sí lo acompañé a almorzar (ya que siempre almuerzo sola en el trabajo), me hizo probar chicha de jora, me gustó, pero no tanto como imaginé que me pudo haber gustado. Escribo este post porque hoy sentí algo muy bueno, él tenía muchas pulseras en su muñeca, que representaban un pasado, una de esas pulseras se la cerraron con fuego y yo abrí su pulsera sin la necesidad de una tijera o algo punzocortante, cuando vimos que la pulsera se desprendió de su muñeca, sonreímos y nos miramos, sentí una sensación de libertad única.

Por un momento, nos liberamos de todo lo que cargamos en las espaldas, no estoy enamorada de él, ni él de mi, somos grandes amigos, somos cómplices prácticamente y ahora, somos libres.


Ya no escribo sobre la misma persona (al menos por hoy)
 
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