Ayer lo vi luego de tiempo, en ese parque, en la tercera
banca de la derecha. Casi de noche y el vómito verbal fluyó solo. El circulo
vicioso, las quejas, los reclamos de siempre, dinero, dinero, sucio dinero.
Fiestas, descontrol, la mesa, la universidad, la vigilancia, “el que no te
quiere no te valora, el que te quiere hará todo por ti”, todo es por ti, diles
a ellas, ¿Qué pasa si me muero mañana?, ¿Qué pasa si mañana me atropella un
carro?, dile que haga algo, sueldo mísero, miedo del mañana, miedo del más
tarde, mucha fatiga. Los perros peleando, familias pasando, él tratando de
entrar en razón de nuevo, rajes del abuelo, rajes de todo, pero perfección en
él. “Nada de lo que me dices hará cambiar mi modo de quererlos”, nunca tuve en
mi mente la definición de familia, cuando me quejo todos me dicen que me queje
contigo, tú me dices que me queje con ella, mejor me quedo callada. Vivo
constantemente en silencio. Ella me dice que me parezco a ti. Palabras como:
ignorante, “una persona más inteligente”, su poco sentido común. Veneno, mucho
veneno. ¿No te parece tonto eso?. ¿Te parece bien que todo siga así?, yo
recuerdo solo dos momentos bonitos mientras viviste conmigo y los narré. Quiero
divorciarme. Yo estudiar. Lágrimas. Una historia muy falsa. Dudé de todos por
un momento. Pensé en solucionar los problemas muriendo. Luego. Busca en un
trabajo. No me ayudes, no quiero nada. ¿Quieres un helado?, no. ¿Quieres una
gaseosa?, tampoco. ¿Un sándwich?, no gracias. Quiero irme. Siempre volvemos a
lo mismo. “Tú no me entiendes”. Caminar
tres largas cuadras en silencio. Déjame acá. “Discúlpame”, ya. Y creé mi
propia verdad. Y no se la quiero decir a nadie.
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